Erika Lust es reconocida internacionalmente como icono de la producción cinematográfica de contenido porno feminista, revolucionario y centrado en el placer de la mujer.
Es sabido que el universo pornográfico trasciende fronteras, culturas, ideologías y épocas. Pero hay algo que está sucediendo hace rato y que merece atención.
El porno no es sólo para hombres. ¿Cómo, las mujeres no se excitan con el porno que también miran los hombres? La respuesta te sorprenderá.
El objetivo es hacer películas porno y eróticas no machistas, es decir en el que el centro y fuente de dar y recibir placer no sea siempre el hombre, bajo determinados mandatos que relegan la participación de la mujer en el acto sexual.
Celebren chicas: ¡también hay porno centrado en el placer de la mujer!
El goce es un derecho natural
Dentro de la forma moderna y aceptada de la cosificación del cuerpo de las mujeres, el porno se puede volver una revolución al mismo tiempo como símbolo de su liberación y emancipación del patriarcado.
Sin contar que, entre el ying del estigma público y el yang del placer privado, la pornografía ha dado vida a un negocio valorado en varios miles de millones de dólares.
«El hombre siempre ha tenido el derecho de disfrutar de su sexualidad» by Erika Lust
Así define Erika Lust al porno masivo. «Pero nosotras tenemos nuestros propios impulsos sexuales, nuestros deseos. Nuestros cuerpos en la sociedad están hipersexualizados pero, al mismo tiempo, nos han dicho que deberíamos avergonzarnos de ser abiertamente sexuales y de ser dueñas de nuestra sexualidad si no es al lado de un hombre», explica Erika en una entrevista brindada a la BBC.
Erika cuenta que en los últimos 15 años el objetivo de sus películas ha sido acabar con el estigma asociado al cuerpo femenino, que quiere mostrar que el placer femenino es importante, que «la única respuesta al porno malo es hacer mejor porno».
¿Qué quiere decir «mejor porno»?
El porno puede ser distinto. La primera vez que vio una película porno, Erika Lust se llamaba Erika Hallqvist, tenía la misma edad que tiene ahora su hija Lara, 13 años, y vivía en la misma ciudad donde había nacido en 1977, Estocolmo.
«¡Bleah! ¡Qué feo!», es el recuerdo de aquella experiencia. «Pensé que lo que estábamos viendo no era para nada interesante. Que incluso era ridículo».

«Quiero retratar a mujeres conscientes tanto de sus límites como de su poder, que no tienen ninguna vergüenza en mostrar su ‘yo’ erótico», dice Lust.
La segunda vez tenía 19 años. La experiencia se la propuso su novio de entonces y ella aceptó intrigada. En aquella ocasión no sintió asco, pero sí algo que todavía no conseguía nombrar.
«Sentí que mi cuerpo reaccionaba», cuenta. «Evidentemente viendo imágenes sexuales potentes te pones cachonda, y quería que me gustase. Pero me acuerdo también de que mi cerebro discrepaba. ‘¿Por qué siento que me gusta algo que no me gusta?’, me preguntaba».
«Veía claramente que mis amigos hombres estaban a gusto con la pornografía, que era algo que consumían y que no les causaba ningún conflicto, mientras que para mí y muchas de mis amigas sí», dice.
«Nosotras queríamos entenderlo y ver incluso si podíamos cambiarlo un poco». Pero la «revelación» —como la llama— la tuvo cuando vio la obra de Candida Royalle, a quien en su libro «Porno para mujeres» Erika define como «la pionera de las películas eróticas y dirigidas desde la perspectiva de la mujer».
«Hasta ese entonces, para mí la pornografía era un género hecho por hombres para los hombres», explica. «Pero de repente entendí que no necesariamente tiene que ser así»
Entendió que las protagonistas no tienen que ser necesariamente lolitas seducidas por profesores lascivos o amas de casa que se acuestan con el fontanero, que la silicona puede brillar por su ausencia, que las escenas no tienen que acabar después de la eyaculación masculina, que después puede haber besos, caricias y hasta promesas de amor eterno.
«Las mujeres no pagan por porno, a las mujeres se les paga por eso»
A Erika la trataron de loca, de desubicada y protagonista de una idea descabellada: porno por mujeres y para mujeres. Le dijeron que no pero eso no fue límite para su creación.
En ese momento, eran los inicios de 2005 y las principales redes sociales eran los blogs. Erika tenía uno en Blogspot, una de las plataformas de bitácora online más populares.
Subió en él The Good Girl y en pocos días el corto acumuló más de dos millones de descargas. Fue así como ocurrió «la magia», dice refiriéndose al éxito comercial. Poco después nacía Erika Lust, un apellido (lust, en inglés, significa «lujuria») que definiría su destino.
En los años siguientes, fundó con su pareja Pablo su propia productora especializada en «porno feminista», dirigió otras películas y las comercializó en DVD en tiendas especializadas en entretenimiento para adultos de Europa y Norteamérica.
En los últimos 15 años la empresa creció de manera constante y ahora suma decenas de miles de usuarios y subscritores, repartidos principalmente entre Alemania, Estados Unidos, Francia y Canadá, y también en Brasil y Argentina.
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