Love ride – El Cuento
Marcela iba a tener días libres en el trabajo y quería ir a la playa. Ella le puso la invitó a Carol. Iporanga, São Pedro, Prainha Branca, todo lo que pasó fue bueno. Sólo necesitaban un buen viaje. En verano, incluso un viernes por la mañana, era un fastidio conseguir un billete de autobús. Probó aplicaciones de transporte y sus propias redes sociales. ¿Qué pasaría si un alma buena con un coche tuviera la misma idea que ella?
Pronto, Bruno, un contacto inacabado, dio una señal. Iba a la playa con un amigo temprano al día siguiente. Este viaje fue fácil para ella y Carol. Todo arreglado, Carol iba a dormir en casa de Marcela y Bruno iba a pasar por allí. Con suerte, todavía habría más diversión…
Bruno era muy guapo y su compañero también era genial. El día soleado ayudó en esa pequeña aventura de los cuatro. Salieron a buscar a Junior, el amigo de Bruno.
Llegaron e inmediatamente montaron su equipo: silla de playa, carpa, hielera, tabla de surf, todo como lo esperaban. Mientras Bruno caía al agua, Marcela tomó algunas fotos de ellos y de la vista. Carol y Junior ya empezaban a conocerse mejor mientras se aplicaban protector solar el uno al otro, allí en la arena.
El clima empezó a calentarse y no fue sólo por el sol del mediodía que ya estaba saliendo. Allí, en la camioneta estacionada, Marcela disfrutaba de la sombra y miraba las fotos que había tomado. Bruno llegó para guardar el tablero y los dos comenzaron una fuerte seducción. Eso entre ellos dos venía deseandose desde hacía mucho tiempo, desde que Marcela empezó a usar aplicaciones de citas. Pero se extrañaron en la vida, el tiempo pasó y no sucedió.
No tardó mucho para que Bruno metiera a Marcela en la camioneta y los dos comenzaron a besarse. Marcela se sentó en el asiento trasero y Bruno comenzó a desatar la parte superior de su bikini. Él lamió sus pezones mientras frotaba sus dedos en su vagina por encima de su bikini. En poco tiempo ya había más de cuarenta grados en aquella furgoneta.
Marcela abrió más las piernas, Bruno movió un poco su bikini hacia un lado y comenzó a chuparla. En ese momento, el asiento trasero de la camioneta era tan cómodo como una cama de hotel. Marcela se quitó el bikini y le pidió a Bruno que siguiera chupándola. Él la siguió y también metió dos dedos dentro de ella mientras lamía su clítoris.
Con el pene explotando dentro de sus pantalones cortos, Bruno se sentó frente a Marcela en el otro banco de atrás y se quitó la ropa. Ella cayó sobre su pene, lamiéndolo por todos lados, desde la base hasta la cabeza. Ella se sentó de espaldas a él y comenzó a montar su vagina, disfrutando no solo de ese polvo inesperado, sino también de la vista a su alrededor.
Ella volvió a sentarse en el banco frente a Bruno con las piernas completamente abiertas y él vino, de rodillas, a metérsela. Mientras su pene entraba y salía, Marcela también masajeaba su clítoris, aumentando aún más el placer y la intensidad de ese polvo. En poco tiempo Marcela acabó con la polla de Bruno dentro de ella.
Cambiaron de posición y llegó el momento de que ella se recompusiese un poco. Bruno también quiso acabar y puso a Marcela de rodillas en el asiento de la camioneta y, llegando por detrás, comenzó a penetrarla con aún más ganas. Ese calor, unido a la intensidad en la que se encontraban, hacía que todo fuese resbaladizo. Bruno sacó su pene del coño de Marcela y se corrió placenteramente en su culo.
¡Éste sí que fue un día libre de verano!
Dónde ver la película
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