Altibajos – El Cuento
La noche anterior a ese día, Paulo había intentado acostarse con Carla, una mujer caliente a la que le había echado el ojo desde hacía un tiempo. Carla fue a su casa, se besó con él, le chupó el pene (que al principio incluso estaba dura). También él le chupó la vagina, pero la cosa no progresó.
Lo cierto es que cuando llegó la hora de irse a dormir, nada salió bien y Carla salió dando un portazo, enfadada con él, diciendo que era muy malo en eso. Nada puede ser peor para un hombre que tener una erección y luego escuchar que eres malo en el sexo oral.
Esa noche sólo quería tomar una cerveza y charlar con Alex. El chico incluso se burló de él preguntándole cómo le iba con Carla, pero Paulo cambió de tema. Dejó claro entre líneas que lo estaba haciendo bien, sin entrar en detalles, por supuesto.
Paulo quiso cambiar de tema cuando Vanessa apareció en el bar. Vanessa era otra chica sexy que estaba enamorada de Paulo y Alex lo sabía. Él puso todas las ganas para que ella se sentara a la mesa con ellos. Durante unas buenas dos horas hablaron de cosas triviales, bromearon y se rieron de la gente con la que trabajaban. Hasta que Alex se levantó para irse y dejó a los dos solos. Vivían uno al lado del otro y podían compartir un taxi juntos.
Paulo no quería repetir el fracaso de la noche anterior y pensó que lo mejor sería despedirse de Vanessa. Pero el ella estaba en llamas esa noche y de inmediato atacó al hombre. En poco tiempo ya estaban en el apartamento de Paulo. Pero fue precisamente cuando Vanessa le estaba haciendo una mamada que el chico se asustó.
El flashback con Carla fue fuerte y Vanessa se dio cuenta de que algo andaba mal. Terminó sincerándose y diciendo que el otro día se había acostado con una chica y que incluso se había ganado la reputación de ser malo en el sexo oral. Vanessa fue tan amable que se rió y lo vio como una oportunidad para mejorar las habilidades de Paulo.
Sin mucha ceremonia, se quitó la ropa interior, abrió las piernas y le indicó a Paulo que la chupara como algo para explorar con calma y delicadeza, dejándose lamer. Paulo comenzó a lamerle el clítoris con menos prisa que antes. Él siguió las instrucciones precisas que ella le dio, sintiendo que todo su cuerpo reaccionaba a lo que hacía. Ella quería que él continuara y le pidió que continuara así, chupando toda su vagina con deseo.
Intensificó un poco más la succión y pudo sentir como su clítoris se hacía aún más prominente, respondiendo a sus estímulos. Vanessa pedía cada vez más y Paulo seguía jugando con todo su coño, sin prisas. Vanessa acabó y vio que el pene de Paulo de repente se ponía duro después de su acabada.
Ella pronto le devolvió el favor haciéndole una mamada. Paulo realmente merecía ese impulso moral. Durante un largo rato permaneció allí, yendo y viniendo con su boca sobre el pene de Paulo. Hasta que se dio la vuelta para seguir con él, pero en un 69 que también pudo disfrutar más. A Vanessa le encantaba hablar sucio y describir lo que quería en el sexo, lo que realmente ayudó a Paulo a sentirse seguro durante ese polvo.
La puso a cuatro patas y le hizo el amor bien fuerte, lleno de deseo y lujuria. Vanessa era una mujer que sabía lo que quería en la cama. Su velocidad y temperatura aumentaron y Paulo ya no recordaba el fracaso que había sido la noche anterior. En ese momento fue simplemente un éxito.
Él giró a Vanessa y comenzó a cogérsela de nuevo mientras ella se masajeaba el clítoris al mismo tiempo. Ella pidió más rápido, más lento, más rápido otra vez y esa moderación lo hizo aún más emocionante. Hasta que le hizo el amor fuerte e intensamente hasta acabar. Y aquella acabada tuvo para él un sabor a victoria mayor que cualquier medalla que pudiera recibir ese año.
Su pene había sido rescatado y también su autoestima.
